Esas fiestas juchitecas, con un techo tejido de anchas
palmas (enramada) y otates (bambú), con tantos coloridos incluidas las señoras que
lucían sus hermosos trajes regionales, con sus cadenas de oro heredadas por sus
madres y el resto de la joyería de filigrana, sus aretes de monedas que miden
20 centímetros, anillos con piedras grandes, sus trenzas con flores, bailando y
bebiendo cervezas de a cuartito.
Lo que nadie me ha podido explicar es el porqué las señoras
están sentadas de un lado de la enramada y los hombres del otro. Los señores se
embriagan hasta el límite y algunas señoras también, otras se moderan pero esa
risa tan estruendosa y peculiar, sus carcajadas son algo que no puedo olvidar.
En las fiestas rondas y rondas de cervezas, platos y platos
de botana (comida), la alegría por doquier, los sones: el feo, sandunga, fiesta
juchiteca.
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