miércoles, 28 de abril de 2010

Masacre en Colombine


El nivel de ansiedad e incertidumbre en la psique social que en la comunidad estadounidense se desarrolla nos muestra en Masacre en Colombine un extremo impredecible de la sociedad moderna, en la que el ideal de la familia feliz es abandonada por la necesidad de subsistir a costa de fracturas sociales de jóvenes que no adquirieron las habilidades de conocer límites y respeto por falta de instructores.

La inmoralidad de un gobierno que encubre la necesidad de intervenir con la premisa de guerra justa fabrica espacios especializados en la generación de armas, mismas que además son ofertadas sin mayor control que la presentación del permiso de conducir, que incluso se regala al abrir en un banco una cuenta de ahorro.

Somos los vecinos incómodos del mayor productor de armas e intervencionista de la historia mundial actual. Con los Estados Unidos de Norteamerica de vecino no es difícil imaginar que es el mercado más deseable para los narcotraficantes y que en pago reciben armas de la mejor calidad. El círculo perverso del narcotráfico es una guerra perdida porque se encuentra impregnada en el tejido social que genera adolescentes que asesinan a sus compañeros de escuela y que son fruto de las propias contradicciones de aquél país.

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