Esta cinta
austriaca del director alemán Michael Haneke nos muestra personajes límite que
son resultado de una generación que encuentra una realidad caótica y que a modo
de alternativa eligen la violencia extrema como forma narcisista de existir.
Ratifican que existen a través del odio que generan y reparten
entre sus víctimas, además del que sus víctimas les devuelven por la
violencia que ejercen contra ellos.
Es una gran
película que logra incomodar tanto por sus largos tiempos de espera, porque es
una película lenta, como por la violencia psicológica que impacta a los
personajes y al espectador.
La trama es
simple por su narrativa y compleja por la profundidad sobre el manejo de
emociones, son un par de jóvenes golfistas que se dedican a robar y violentar psicológicamente
a sus víctimas hasta asesinarlos, logran entrar a las casas pidiendo por favor
les regalen huevos para cocinar porque son
conocidos de sus vecinos, el absurdo de quebrar intencionalmente huevos y
volver para exigir sean repuestos desencadena una serie de acciones
desesperadas, sin embargo estos jóvenes logran ir así de casa en casa.
Definitivamente
no es una película familiar, ni para relajarse, es para estresarse y reflexionar
sobre el submundo de la violencia y el goce que ésta logra en quiénes ejercen
poder y dominio sobre otros.
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