domingo, 16 de mayo de 2010

Ixkateopan Guerrero

¡Trágame tierra! Porque estoy entre los cerros de Guerrero. No me atrevo a decir lo anterior en voz alta, sólo para mis adentros porque de lo contrario temo que las fracturas se vengan abajo y me mastiquen estos cerros durísimos de mármol blanco y rosa, aquí el tiempo se detiene para Kuatemotzín, las águilas suspendidas en su envergadura brillante me siguen como obscuros destellos frente al sol, saludan al ceremonial cósmico que los danzantes de cada año celebran aquí todos quiénes forman parte del movimiento de la mexicanidad.

Se hacen presentes los voladores de Papantla y las plumas de quetzal, de gallo, avestruz, faisán, papagayo, águila, todas ellas de brillantes colores rojo, anaranjado, amarillo, verde, azul y morado, todas ellas danzan en los penachos de los danzantes al ritmo del huehue, en expresión artística llamada in xochitl in kuikatl, tochtli (tortuga), ozomatli (mono) y otras danzas.

El gallo se sacude aventando el polvo, tira el canto, repican las campanas del templo de Kuatemotzín, la luna aclara, la piara de puercos gruñen y comen cáscaras de naranja, el burro en el zacatal y Doña Nico con su lumbre para cocinar despiden espeso humo que se eleva claro y que pica los ojos y la nariz echa las tortillas para darnos una senda cena de frijoles de la olla con epazote y unos huevitos revueltos, gracias a dios que el mármol de las montañas no me trago porque de lo contrario no podría vivir tan feliz como lo estoy haciendo.

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