domingo, 18 de febrero de 2024

Novísimo Asesinato

Crónica Barroca de una #MuerteAnunciadísima (... Y varios teloneros de Macondo, sus personajes, sus ritmos, y -por descuento de las fiestas patronales de San Cuilmas el petatero: una propuesta, únicamente para el dia de hoy, para sonámbules y cortamortajeros-...) El premio nobel de literatura colombiano, sabe pictografiar la mesa de manteles texturizados con materiales orgánicos y otros aorgànicos: aves de corral, plumas de quetzal o cardenales que alegran los jarros terracota que compartimos en un destiempo de manglares y pedregales toda la zona, en esa mesa compartida con las servilletas de tela y sus flores que resguardan de la intemperie al ajiaco y al potzolli "para que no se enfrie" cacareaban las culecas y repetían nuestros rios, volcanes, nuestras cactáceas y suculentas. Los dulces colores de la asunción del personaje mareado que aguarda en una mochilita el triperio polvoriento por los huesos al futuro nunca occiso después de recibir el navajazo sobre el manto rojo de las bugambilias de marzo, todos rumoraban en el pueblo que asi ultimarían en pleno escenario, los iconos, las ventanas, la opera perfecta del pancracio, orquesta angelada y de profesionalísimos técnicos, el guión y la hoja tres que en el libreto del podcast ejecutaban tres protagonistas, segun el marcador, y un gran reparto en horario estelar, estelar, estelar: gritaba el merolico que se turnaba de la mujer enana y el hombre lobo del pueblo en trajes de tiras de papel festivo y tacos escarpelados en la arena. García Marquéz, narra un paseo dominical por la kermesse pintoresca de escuela primaria o secundaria pública y detiene su tensión ya en el puesto de los besos, que en el registro civil, en los algodones rosas y azules, en la penitenciaria que detiene ciudadanos enrolados por medias horas -si les pagas más que lo que pagaría culquier ahijado con sus pesitos de domingo por la multa- y/o en la tiendita de la comunidad, en la plaza roja y el río azul. Los olores de las frutas hirviendo en melaza inundan las exequias, la aplaudidera y trompetada felices por las piñatas desbordantes de tarjetas y regalos, buenas nuevas para el pueblo: la comida, las bebidas, la música, los herejes y pregoneros de pomadas mágicas de los altavoces y micrófonos que gritan y oyen, a lo mejor, los sabores y las actualizaciones de anuncios parroquiales que invitan igual a rosarios que a viandas de salsas espesas a camote dulce, guayaba, coco, piñas, el coletazo de la iguana, los maderazos de las ardillas, el canto del zenzontle, la llorona y el mortajero flotan fiesteramente, aunque sea muerte, y se anuncia el qué y el cómo, el santo y seña de que "A palo dado ni Dios lo quita". El cuento novelado guarda una sabrosa y constante tensión por la expectativa del desencuentro en la pista de baile del asesino que acecha y la figura que poco a podo pierde el contorno, las facciones, su identidad a la par que la especulación e imagineria popular. Benditas y felices fiestas hispanoparroquiales

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